Ciclo de Cuaresma - 3ª Parte
El tercer verbo abordado por Ianire Angulo durante el Ciclo de Cuaresma fue, en sus palabras, El verbo: AMAR que, al igual que en el primero y en el segundo, VOLVER y ENCONTRAR, se da la tensión entre el don y la tarea: amar y dejarse amar.
El verbo amar, que es el clave en nuestra historia de seguimiento de Jesús, desafortunadamente está muy "manoseado" lo que conlleva una pérdida de su significado y de su dimensión más profunda. Resignificar el verbo amar tiene que ver más con la decisión de "poner el bien del otro por encima del bien propio".
Siete pinceladas para AMAR.
- Aprendizaje por ósmosis. Desde el primer momento de nuestra vida nos sentimos amados y dignos de ser amados… ¡amables! La capacidad de ser amados y, sobre todo, de reconocernos amados es una condición importante para crecer en confianza, empatía y, obviamente, para amar a los demás. El tiempo de Cuaresma nos invita a tomar el pulso a la forma como amamos y nos dejamos amar.
- Conjugar el verbo amar, en todos sus tiempos, modos y personas. El aprendizaje del amor no se hace de una vez para siempre, se hace en el camino. Este caminar amando no nos deja impolutos pues el que se implica amando, no pocas veces, sufre y se complica.
- Amar nos hace vulnerables. Amamos desde y en la fragilidad. El amor no está exento de riesgos, incluso del rechazo de nuestro amor.
- Dios es amor, una expresión que decimos con frecuencia. Toda la existencia de Jesús es un acto de amor que se traduce en compasión, ternura, misericordia y un largo etcétera. El texto del Éxodo 34, 6-7 enumera todas las expresiones hebreas para decir amor.
- Abajarse y desprotegerse, dos de las características más exigentes del amor de Dios. Esta kénosis implica hacerse frágil y ponerse cerca de la persona amada hasta que ésta se sepa y se sienta amada. Con cuatro adverbios señalaba Ianire la forma como Dios nos ama: eternamente, extrañamente, entrañablemente y enteramente. ¡Tanto amor nos desconcierta!
- Amar como somos amados. Ser cauce del amor de Dios a los demás. Esta dimensión es la que da calidad a nuestra vida, es poner en juego el don de amar que hemos recibido. Es, al final, amar con el amor de Otro.
- Los amó hasta el extremo… para finalizar su reflexión nos invitó a contemplar la radicalidad del amor de Dios en su Hijo entregado. Jesús no se guardó nada para sí, se partió, se repartió y se agachó para lavar los pies. Unos gestos que recogen toda una vida de amor y entrega ilimitada.
La Cuaresma que acabamos de iniciar puede ser un buen entrenamiento para el amor y para renovar nuestro deseo de amar con desmesura como lo hace Dios con nosotros.
Os compartimos el vídeo, el audio y la presentación para que podáis seguir reflexionando durante estos 40 días de camino cuaresmal.