Las mujeres en la Iglesia del medievo. Valiosas desconocidas
Mil años de historia en una hora... Así podríamos subtitular esta interesante conferencia pronunciada por la profesora María del Mar Graña Cid en el marco del ciclo "El rostro femenino de la Iglesia".
Antes de traernos los nombres de las "valiosas desconocidas" del medievo, la conferenciante remarcó las palabras del Papa Francisco en las que señalaba como un desafío no retrasar más la participación activa de las mujeres en la vida de la Iglesia lo cual conlleva un aumento de su presencia en las altas responsabilidades de la comunidad y la elaboración de una sólida teología de la mujer. Decía María del Mar que si conociéramos la historia de la Iglesia estos planteamientos del Papa no harían falta pues son muchos los ejemplos de la activa participación de la mujer aunque ésta haya sido en medio del dolor y el sacrificio. Desafortunadamente, se desconoce mucho la obra y el pensamiento de las mujeres y la teología oficial se ha construido mayormente desde el pensamiento masculino.
La cara oscura... tras un breve enunciado del problema nos mostró la cara oscura de la relación de la Iglesia con la mujer en el medievo representada en dos tendencias, la misoginia y las ambigüedades que atraviesan el pensamiento de la Iglesia institucional de esa época de la historia.
La cara digna... la mayor parte de su exposición la dedicó a la presentación de las grandes mujeres del medievo, muchas de ellas desconocidas, que dignificaron su presencia en la sociedad y en la Iglesia. Las agrupó de la siguiente forma:
Laicas consagradas, entre las que se destacan las emparedadas que se recluían en pequeñas celdas desde donde ofrecían acompañamiento espiritual y enseñanza evangélica.
Las Beguinas, que se convirtieron en un movimiento social en Europa. Laicas, sin votos solemnes e independientes de la autoridad eclesiástica que se dedicaron a la asistencia social, a la vida activa. En Castilla las llamaron "beatas".
Maestras de espiritualidad, reinas, fundadoras como Clara de Asís, teólogas como Hildegarda de Bingen, Beguinas como Margarita Porete, reclusas como Juliana de Norwich -de quien Newman afirmaba que era de las grandes místicas del cristianismo-, Brígida de Suecia y Catalina de Siena, entre otras, conformaron el cuadro de las valiosas desconocidas del medievo.
Queda mucho camino por recorrer para hacer justicia con la
mujer en la Iglesia y, que duda cabe, que la historia puede ser una maravilloso
recurso para recorrerlo.